
Os recuerdo este momento de mi vida para que reflexionéis sobre cómo estáis tratando a los inmigrantes que vienen en busca de una mejor vida, huyendo de la guerra, del hambre y de la miseria. Mis asociados hacen declaraciones terribles y proponen planes que se basan en la falta de solidaridad y caridad con los desfavorecidos. Por ejemplo, las declaraciones de un miembro de mi asociación que dice que “ya no hay camareros como los de antes”, ya que no existe una mano de obra “tan cualificada”. Que tome ejemplo de cómo nos costó a nosotros montar el negocio en Egipto y poder sobrevivir. ¿Es que lo hacíamos mal o el que vivía allí nos miraba con recelo y por tanto no pensaba que trabajábamos bien? La cualificación de las personas no se puede medir por un rasero tan simple como el hecho de que te sirvan bien un café. Más espantada estoy con lo que dijo sobre la sanidad y la salud. Yo misma curé a un enfermo que era el hijo de un ladrón que nos acababa de dejar sin nada. Los inmigrantes en España lo único que han descubierto es que tienen derecho como ciudadanos del mundo a vivir una mejor vida y, por lo tanto, a trabajar como esclavos para poder conseguirlo. Esto es lo que han descubierto y no las grandezas del sistema sanitario. Es poco ético el comentario de “alguien que para hacerse una mamografía en Ecuador tiene que pagar el sueldo de nueve meses, viene aquí a urgencias y tarda un cuarto de hora”.
Y reflexionemos ahora un poco sobre el contrato que se quiere hacer firmar a los inmigrantes para que puedan trabajar en vuestro país. Yo que siempre he sido una madre amantísima de los más desfavorecidos, de los desamparados y los abandonados, se me ocurre que en el programa electoral de los que dicen servirme y respetarme también debería aparecer un contrato que, siguiendo la misma línea, estuviera dirigido a los que os vais de vuestro país a hacer negocios al extranjero. Sería correcto que se obligara a comprometerse a las grandes empresas, esas que habéis montado y que nuestra asociación tiene estrechos vínculos con algunas de ellas, a aprender el idioma del país en el que se instalen, pero no el inglés, sino las lenguas de los indígenas; estaría bien que os obligaran a firmar un contrato que os comprometiera a respetar y asimilar las costumbres de los sitios de llegada. Así, si en el medio del amazonas la costumbre es construir casas con palos y vegetación del lugar..., lo de vivir en mansiones nada de nada. Y Por supuesto, si se incumple la ley: expulsión. La ley de protección de la Biodiversidad, protocolo de Bali, etc. Y no quiero hacer mención profunda a la explotación infantil.
Hijos míos amados lo que estáis proponiendo con los inmigrantes es xenófobo, excluyente, racista, electoralista, superfluo y vacío de contenido ya que ellos cuando vienen aquí cumplen las leyes, como debe de ser. Y sobre el catálogo de buenas costumbres, ¿a qué se refieren mis asociados más populares? ¿A jugar al pádel, a esquiar, a comer marisco en cuaresma, a tener un mercedes descapotable, a ir a fiestas en París para ver que ha cosido un modisto de moda? Es penoso hijos míos que el miedo la desconfianza y la uniformidad sean objetivos de vuestra acción política.