Sobre uno de mis asociados remunerados (Meditemos sobre ello)

Preparando sermones de odio a los divorcidos, a los homosexuales, a las abortistas y a los de izquierdas, es decir, a lo que se dedica normalmente, a "orientar el discenimiento moral".
Mi asociado, siguiendo la más impura tradición de nuestra asociación, cuando habla sienta cátedra, y las cosas que dice no suelen tener desperdicio. De esta manera, considera que la imposición por la fuerza del régimen franquista con todos sus fusilamientos y persecuciones fue “un mal menor necesario para la salud de España”. Este Torquemada del siglo XXI afirma que las parejas del mismo sexo pertenecen a esa categoría de impíos que sus amigos de otras épocas hubiesen gustosamente quemado en la hoguera; lástima que no opine lo mismo de otros asociados procesados por pederastia en el Estado Español.
Su actitud siempre beligerante le ha convertido en símbolo y referencia para la extrema derecha, xenófobo, reaccionario, clausurando las aosicaciones que no le gustan como ha ocurrido recientemente con la de Carlos Borromeo en Madrid, mi asociado remunerado es un hombre que refleja a la perfección la vertiente reaccionaria de nuestra asociación.

Recibiendo reverencias reales antes de que el ciudadano Juan Carlos le dijera que rezara menos por él y por la estructura que representa y se ocupe más por la Asamblea de Asociados Remunerados y sus órganos de propaganda radiofónica.

Practicando la doble moral: casando a una princesa divorciada, pero, eso sí, con mala cara. Nuestros asociados terrenales dicen que nuestra asociación no tiene en cuenta las palabras en sus significados civiles. El matrimonio entre homosexuales no es un matrimonio. Y cualquiera de quienes hubieran contraído ese "matrimonio", cuando él quiera puede contraer uno en nuestra asociación con otra persona de distinto sexo. Ya que para mis asociados terrenales aquello no es un matrimonio. Y con la ciudadana Leticia, dijeron que ocurría exactamente lo mismo. Una persona casada por nuestra asociación no puede volver a casarse salvo que se anule su primer matrimonio o fallezca el otro cónyuge, según dicen en la tierra. La ciudadana Leticia para nuestra asociación no estaba casada, aunque para el Estado lo estuviera. Y, por tanto, podía casarse en nuestra asociación cuando quisiera. El divorcio sólo sirvió para anular un acto administrativo, al que nuestra asociación no da valor alguno, según dicen algunos, pero que en realidad sí se lo dan. Y además le impusieron un cursillo para que supiera qué era lo que estaba haciendo.
Pensando es su próximo discurso sobre la familia tradicional y barajando la posibilidad de una prosa viril y aguerrida. Él piensa que lo que ha ocurrido en España es de muchisima trascendiencia y gravedad y que la familia queda absolutamente desprotegida con la modificación legal que se ha hecho. Dice que su intencion es apoyar a las familias desde el punto de vista doctrinal, desde el punto de vista de su presencia en la sociedad y apoyarles también desde el punto de vista personal. En ocasiones dudo mucho de su solvencia ya que palabras tan obvias y simples como decir que "un gay es una persona, un hijo del Director Espiritual Mundial de nuestra asociacion al que tiene que respetar y ayudar dentro de lo que de él depende". Y sobre la posiblidad de que dos personas del mismo sexo se casen dijo que "no se puede tratar igual a una fórmula de convivencia que no puede prestar unos servicios básicos a la sociedad". Si yo pudiera lo destituiría.